14 marzo 2008

Todo pasa


Cuando te vi, tuve que hacer acopio de fuerzas para no parecer impresionada. Respiré hondo y estreché tu mano y pude, de milagro, sostenerte la mirada.
Enseguida agarraste tu guitarra y empezaste a tocarla. Puntos a favor. Tocabas y cantabas. Más puntos a favor. Ibas descalzo, por la casa, tocando. Todos los puntos a favor. Así estuvimos un año: sin zapatos, con la guitarra y muchos puntos a tu favor, hasta que nos tocó decirnos adiós.
Cuando años luz después nos volvimos a ver, tuve que hacer acopio de fuerzas para no parecer impresionada. Respiré hondo y estreché tu mano y pude sostenerte la mirada. Esta vez no había guitarra y sí zapatos. Ahora eras un hippie diplomado, desprovisto de tu brillo, serio, taciturno.
Como si adivinaras mis pensamientos, sentenciaste: ''perdí el encanto en algún lugar de mis 16 años''. Yo te sonreí benévola y estreché nuevamente tu mano y antes de volverte a decir adiós, te dije:
''Todo pasa.
Todo cansa.
Todo se rompe.
Todo se reemplaza''.