25 marzo 2011

La espera





I
Abrió los ojos. La habitación apenas iluminada por la tenue luz de la mañana. Debía ser temprano aún. Cerró los ojos y lentamente estiró el brazo a un lado, buscando a Iván. Todas las mañanas hacía lo mismo. Sus dedos buscaban rozarlo, solamente para tener la certeza de que estaba ahí. Si no lo encontraba, se levantaba frenética de la cama y corría por el caserón hasta encontrarlo. Lo llamaba a gritos. Lo llamaba en silencio. Y hasta no abrazarlo, no pasaba el pánico.

Comenzó a temblar. Apretó los ojos. Sus dedos seguían buscándolo. Iván no había llegado a casa tampoco. Dos días. Abrió los ojos y se incorporó. Comenzó a llamarlo en voz baja. Salió de la cama. Seguía llamándolo. Cada vez más fuerte. El eco de sus gritos resonaba en todo el caserón. ‘’¡Iván!’’ gritaba. ‘’¡Iván, Iván, Iván!’’ repetían las paredes.
Se arrodilló y empezó a sollozar. Dos días. No podía creer que eso le estuviera pasando.


II
Sentada en la sala recordaba las palabras de Iván la noche de la discusión: ‘’¡Nunca voy a dejarte!’’ Era la primera vez que le gritaba. Inmediatamente la abrazó y acarició.
Las discusiones eran casi siempre por el mismo motivo: otra mujer, cualquier mujer. Ella gritaba y gritaba cuando él se demoraba en llegar a casa, cuando no respondía el teléfono al segundo llamado, cuando no salía a tiempo del trabajo y ella lo esperaba afuera.

Días antes de la desaparición, fue a buscarlo al trabajo. Le había prometido que lo esperaría en casa, pero le había mentido. No soportaba más. Estaba segura de que los retrasos de Iván no se debían al tráfico ni al exceso de trabajo.

III

Tomó el teléfono. Llamó a Iván una vez más. Nadie respondió. Respiró hondo y llamó a la policía. ‘’Jefatura de Policía, buenos días’’. Colgó. Era mejor ir y contar los detalles de la desaparición.

Se vistió. Buscó la mejor foto de Iván y se dirigió a la jefatura. La recibió un oficial gordo y somnoliento. ‘’Dígame doñita, ¿en qué la podemos ayudar?’’ y la miró con pereza y fastidio. ‘’Mi esposo tiene dos días desaparecido’’, dijo con voz entrecortada. ‘’Siéntese y cuénteme con calma, señora’’. Obedientemente se sentó y empezó a contarle al oficial los detalles de la desaparición. Se pasaba las manos por el cabello al tiempo que hablaba pausadamente para no llorar. ‘’Iván, mi esposo, salió de casa como todos los días. Iba vestido con una camisa azul y pantalones grises. Es alto, aquí lo puede ver en esta foto’’. El oficial tomó la foto con sus dedos rollizos y la observó. Tomaba notas, hacía las preguntas de rigor. ‘’Tranquilícese doñita. Le daremos curso a su denuncia. Váyase tranquila’’, le dijo.

Ella se levantó lentamente y caminó hacia la puerta, apretó la cartera contra si y salió. Se quedó un rato parada en la entrada de la jefatura, viendo a la gente pasar.

Desde la ventana del segundo piso, la observaba el inspector. Cuando ella cruzó la calle y la perdió de vista, bajó al primer piso y le preguntó al oficial para qué había venido una mujer tan bonita a la jefatura. ‘’Se le perdió el esposo’’, contestó sin ánimo. ‘’Le tomé la declaración. Lleva dos días desaparecido’’. ‘’¿Otro caso más de abandono del hogar? ¿Infidelidad acaso?’’ preguntó el inspector. ‘’No lo sé. Ya veremos. Seguro el tipo se fue con otra’’. ‘’Déme el expediente’’, ordenó, ‘’me haré cargo’’.

IV

Llegó caminando hasta la oficina de Iván. Se detuvo justo enfrente. La ventana de la oficina daba hacia la calle. Ella se escondía siempre detrás del edificio de la esquina para observarlo, para saber quién entraba, con quién hablaba, qué mujer entraba a su oficina. La mayoría de las veces lo buscaba antes de que fueran las cinco, de manera de no darle oportunidad de escaparse.

Miraba fijamente la ventana hacia la oficina de Iván. Estaba a oscuras. Dos días. Caminó lentamente hasta la entrada del edificio. Abrió la puerta. La recepcionista apartó la vista del computador y se asombró al verla. No pudo decirle nada. Sintió una oleada de tristeza al verla tan pálida y demacrada.

Ella interpretó la mirada de otra forma: la recepcionista sabía dónde estaba Iván y no quería decirle. Habló con voz nerviosa y dijo: ‘’Vine a buscar a Iván. ¿Le avisas que llegué?’’. Al tiempo que ella hablaba, la recepcionista había apretado el botón de emergencias. Segundos más tarde se presentó el jefe de Iván. ‘’Querida’’, le dijo y la abrazó.

Se sorprendió. Algo debía estar muy mal. Varios de los compañeros de Iván habían salido de sus oficinas y la rodeaban. No cabía duda: todos sabían dónde y con quién estaba Iván. Preguntó más nerviosa aún: ‘’¿Me buscas a Iván, Tomás, por favor?. Perdió su celular y no le he podido ubicar’’ mintió. Tomás la miró con lástima sincera y la invitó a pasar a su oficina. Ella se rehusó. ‘’No tengo mucho tiempo’’, le dijo, ‘’me buscas a Iván, por favor?’’, repitió.

Tomás la tomó de la mano e intentó conducirla a su oficina. Ella se resistió y empezó a gritar y a caminar en dirección a la oficina de Iván: ‘’¡Iván, Iván!’’. Todos la veían con una mezcla de lástima, asombro y tristeza.

Tomás corrió detrás hasta que la detuvo: ‘’Por favor, cálmate’’. ‘’¿Cómo quieres que me calme si hace dos días que no sé nada de mi esposo? ¿Dónde está? ¿Con quién está?’’, gritaba y lloraba al mismo tiempo. Cayó de rodillas gritando: ‘’¡Iván!’’.

V

El inspector leía el expediente y miraba la foto. Empezó a buscar información sobre Iván Mayorca. La encontró más rápido de lo que esperaba.

VI

Tomás la levantó del suelo, la llevó a la enfermería, la convenció con dificultad de que se tomara un calmante y la llevó a la casa. Durante todo el camino ella repetía en voz baja. ‘’Dos días. ¿Dónde está Iván? ¿Con quién?’’ Y entre la somnolencia, lo miraba implorando una respuesta que él no sabía cómo darle.

VII

Abrió los ojos. Aún aturdida por la bruma del calmante del día anterior, estiró el brazo para rozar el de Iván. No encontró nada. Empezó nuevamente a llorar.

Sonó el teléfono. Tomó el auricular y llorando aún respondió ‘’¿Iván?’’, ‘’Señora Mayorca, es el inspector Rosales, ¿puedo pasar por su domicilio esta misma tarde?’’. Con voz agitada ella respondió: ‘’¿Es sobre Iván? ¿Tiene noticias de él?’’, ‘’Sí, es sobre su esposo’’. ‘’Voy para allá’’ y sin darle tiempo al inspector de continuar, colgó y se vistió a toda prisa para ir a la jefatura.

VIII

Llegó nerviosa y al borde de estallar en llanto una vez más. El inspector la esperaba en la entrada, consciente de la agonía que ella estaba viviendo. ‘’Por aquí, tome asiento señora’’. La miraba con tristeza. Una mujer tan bonita, tan joven, no merecía todo eso.

Antes de que él hablara, ella dijo: ‘’No quiero saber con quién lo encontraron. Sólo dígame si está bien. Eso es todo’’. Con más lástima y pesar todavía, el inspector le extendió un recorte de periódico de hacía tres semanas: ‘’Triple choque en carretera 15. Dos víctimas fatales (…) una de las víctimas respondía al nombre de Iván Mayorca, 31 (…)’’. ‘’Encontré esto, además del acta de defunción. Usted nunca fue a reconocer el cadáver. Hace tres semanas estuvo un oficial en su casa para informarle sobre el deceso de su esposo’’.

Las lágrimas corrían por su rostro mientras releía el artículo…’’Iván Mayorca…31años…muerto…choque…’’. El inspector proseguía: ‘’Señora, usted estuvo recluida en una clínica bajo fuertes sedantes durante dos semanas y media. Tengo el informe médico. Su esposo falleció y lamento mucho por lo que usted está pasando y le deseo que…’’. Ella ya no escuchaba. ¡Que mentira! ¡Iván muerto!

Arrugó el artículo y lo arrojó sobre el escritorio, al tiempo que se levantaba y lanzaba al suelo el resto de los papeles: ‘’¡Mentira! ¡Es mentira!’’.

Salió corriendo, gritando, llorando. Llegó al caserón, cerró la puerta y se quedó en el suelo, llorando y llamándolo: ‘’Iván, Iván’’.


IX

Abrió los ojos. Lentamente estiró el brazo a un lado, buscando a Iván. Comenzó a temblar. Apretó los ojos. Sus dedos seguían buscándolo. Cuatro días. ‘’¡Iván!’’ gritaba. ‘’¡Iván, Iván, Iván!’’ repetían las paredes…

2 comentarios:

Laura Barrera dijo...

Me gusta el desarrollo, aunque un poco demasiado melancólico para una noche de domingo... Muy bien escrito. =)

Anónimo dijo...

Es genial, me encantan todas sus historias pero esta..Me ha dejado sin palabras,Un saludo!